La situación de las familias
colombianas es fiel reflejo de lo que pasa en la economía de la nación. Los
vicios del sistema también están en nuestras familias; aparentar que somos
ricos, vivir esclavizados a los acreedores por gastar descontroladamente.
Nos rendimos a la publicidad
engañosa que nos vende el espejismo de que para ser hay que tener y terminamos
tomando créditos para comprar cosas que no necesitamos para impresionar a
personas que no nos importan. Olvidamos que todo crédito de consumo (los de
intereses más altos) empobrece.
Es increíble, como para el
manejo de nuestra economía aplicamos las mismas políticas erradas de los entes
públicos. Pensamos que si “papá gobierno” obtiene un crédito externo importante
vamos a salir de las dificultades y podremos volver a gastar lo que no hemos
producido. Nada más triste que ver como los ciudadanos de un país se alegran
porque el Banco Mundial aprobó a su nación un multimillonario crédito.
Nada más deplorable que ver
a un padre de familia, profesor de economía regocijarse porque le aprobaron un
crédito hipotecario de vivienda a 20 años con capital indexado. Nada más
contradictorio que observar a “Hombres de Dios” dar gracias a Dios porque un
banco les aprobó un crédito para la peor operación en que puede incurrir una
familia; comprar a crédito un carro nuevo.
La situación ha llegado a
puntos críticos. Suicidios, estrés y depresión están a la orden del día como
resultado de la presión de las deudas. Un 60% de los divorcios tiene sus raíces
en los problemas económicos de las parejas. Si lo anterior lo enmarcamos en un
entorno de crisis económica con los más altos índices de desempleo en la
historia reciente, el panorama no puede ser más desolador.
Tenemos que cambiar nuestros
paradigmas acerca de la economía doméstica. Es hora de disciplina, autocontrol,
trabajo en equipo, esfuerzo colectivo, solidaridad y organización como la única
salida a los problemas económicos familiares.
¡Aterricemos!
¡Aterricemos! Todo ha cambiado
¡Luchemos por la unidad familiar!
Amemos el país donde nacimos
y mantengamos unida a nuestra familia. Luchemos por ella. Lo más grave de la
crisis económica de las familias es su fractura, cuando uno de los padres se va
del país a buscar mejores ingresos en otras tierras. Sin excepción, el precio
de la separación familiar es mucho más alto que el costo de enfrentar la crisis
en nuestro propio país.
Las consecuencias de la
diáspora de los profesionales que abandonan el país no puede ser más crítica.
Los “autoexpatriados” dejan de consumir, con lo cual la demanda se deprime aun
más, y se caen las ventas, lo que afecta la producción y ocasiona más despidos.
Ahora bien, cuando el que se
exilia es un empresario, el perjuicio para el país se agudiza, porque con él se
va su capacidad de generar riqueza y empleo. No es conveniente que continúe el
desangre de la migración; saldremos adelante si nos decidimos a enfrentar la
crisis en nuestra patria, con creatividad, esfuerzo y coraje.
No deja de ser paradójico como
iniciando la segunda década del Siglo XXI muchos latinos Autoexiliados” en
Europa y USA regresan a sus países de origen ante el derrumbe de las economías
del mal llamado “primer mundo”.
Amigo lector: ¡No se
desanime! recorra el camino que lo lleve al momento y lugar en que usted será
amo y señor del dinero, para vivir una vida libre de deudas y no ser más la
víctima temerosa de un sistema rígido, prepotente y agresivo que lo ha llevado
a perder el dominio sobre sus finanzas.
SALGAMOS DE
LA CARRERA DE RATAS: Siempre he considerado que los verdaderos ganadores de las
carreras de la Formula Uno no son los que están en el podio. Para poder
encontrar el real ganador de esta competencia automovilística tendría que
revisarse el estado en que quedan sus vehículos, el desgaste de sus equipos de
trabajo y de sus motores y el costo
familiar y personal que cada competidor tuvo que pagar para poder pararse en
ese podio y “bañarse en champaña ante los mirada pasiva de millares de
televidentes fanáticos de este tipo de competencias.
Es claro que
esta medición es muy difícil de establecer en una sociedad donde solo los
primeros son reconocidos y aceptados. Sin embargo en la soledad de las
habitaciones de sus lujosos hoteles los ganadores saben cuál fue el verdadero
precio que tuvieron que pagar para llegar a esa cumbre del deporte de alta
competencia. Con frecuencia los “ganadores” descubren que la escalera del éxito
estaba apoyada sobre la pared equivocada, que escalaron con sacrificios para
llegar a un espacio desolado lleno de frustraciones y soledad.
En casi
todos los demás deportes de elite (alta competencia) suceden situaciones
similares. Deportistas exitosos que son un fracaso en sus vidas personales están
a la orden del día, campeones mundiales de boxeo dependen de la caridad pública.
A nivel de
las finanzas personales muchos hombres y mujeres cabezas de familia se inscriben
en una “carrera de ratas” que los deja agotados, exhaustos, con una sensación
de vació, abandono y perdida.
La forma
como manejamos nuestras finanzas personales muestra mucho de lo que realmente
valoramos en nuestra vida. Nuestro carácter y nuestra escala de valores están
en juego en cada decisión financiera que tomamos.
Si nuestra
felicidad personal está ligada a la marca del vehículo que poseemos y si
tenemos que vivir en el barrio de moda de mi ciudad estoy atrapado en una
escala de valores inestable y peligrosa.
¿Por qué
tengo que comprar una nevera que de contado vale 1 millón en doce cuotas
mensuales de 150.000 pesos?
¿Por qué no
puedo ahorrar durante diez meses 100.000 pesos mensuales y terminar comprando
la misma nevera de contado?
La respuesta
es obvia. Para poder traer esa nevera a mí casa dentro de diez meses tengo que
tener frutos maduros en el árbol de mi carácter: De un lado tengo que tener
paciencia para colocar el dinero en un sobre o caja sin ceder a la tentación de
gastármelo antes de tiempo. Tengo que
tener dominio propio para no dejarme llevar por las múltiples tentaciones que
me asediaran durante el tiempo del ahorro. También tengo que estar dispuesto a
Postergar la Gratificación, esperando el momento apropiado para adquirir lo que
quiero.
Es crucial
tener una vida centrada, donde las finanzas estén bajo nuestro control y no
nosotros bajo el control de los créditos y los acreedores, esclavizados por
deudas impagables.
Amigo lector: Oramos por
usted y su familia, para que encuentren utilidad en estos mensajes, bendiciéndolos
y deseándoles prosperidad.
COAUTORIA:
Muchos (casi todos) los contenidos de este blog son escritos a cuatro ojos y manos
y a dos corazones con mi esposa Madeleine. Lo que aquí compartimos tiene el
respaldo de nuestras propias cicatrices. Los consejos y reflexiones que aquí
planteamos no tienen la pretensión de ser recetas, ni tienen tintes de delirios
mesiánicos: son los meros pensamientos de una pareja que, como casi todas, rema en un mar hostil, pero que no cree en
los faros de la sociedad de consumo.